jueves, 25 de abril de 2013

Cómo Explicarte

Cómo explicarte lo que siento. Cómo decirte que sin tus manos no tengo la guía del sendero que une nuestros destinos.

Cómo explicarte que sin tus ojos no veo el reflejo de los míos. Que no tengo orilla, ni mar, ni puerto si me faltan tus besos. Que no hay mayor embarcadero que tus labios en una mañana de invierno, en una noche de verano.
Cómo decirte que el mar es salado cuando tú no estás y se vuelve dulce cuando decides regresar. Que no hay arena más fina que la que cubre tu cuerpo, brillando cada amanecer cuando el sol te ilumina.

Que mi velero navega viento en popa a toda vela siempre que tus palabras agiten las velas de mi corazón. Que cada susurro tuyo en mi oído es un suspiro en mis sentidos.
Que alejarme de ti significa saber cuánto te echo de menos. Que separarme de ti es darme cuenta de lo mucho que te necesito. Que mi velero está en un mar en calma cuando me abrazas.

Que el ancla marinera que me dieron llena de pureza la amarré a tu puerto para quedarme siempre a tu vera. Que te quiero, te amo, te adoro y te extraño cuando no estoy de ti tan cerca. Que te necesito cada segundo porque cada intervalo de tiempo que estoy sin ti navego a la deriva.

Cómo explicarte que el ancla que un día me diste la amarré a un puerto con nombre Triana y embarcadero en tu corazón, marinera.

lunes, 11 de marzo de 2013

Añoranza

Aquella tarde de verano donde no importaban los cuarenta grados. Aquella tarde que no te conocía, ni siquiera sabía que existías.
Aquella juventud de adolescente cuando no tenía preocupaciones y no muchas obligaciones. Aquél momento en que el verbo madurar se graba en tu piel y más que una obligación se convierte en un reto.
Aquel pasillo de una planta cualquiera donde la brisa del aire acondicionado amenizaba la espera. Aquel momento donde la impaciencia se hace eterna por comenzar algo nuevo.
Aquella espera que hizo que diera dos o tres pasos más y me situara delante de aquel ascensor. Aquellas puertas de metal, de color gris, que estaban cerradas cuando sin esperarlo se abrieron.
Aquellas puertas se abrieron y allí estabas tú. Aquella mirada dulce, esa sonrisa tan risueña, esas palabras tan escuetas, ese temor a lo nuevo, esos nervios del comienzo.
Aquellas primeras palabras que nos cruzamos sin saber apenas nuestros nombres. Aquellos atardeceres de verano donde el cielo se sonrojaba mientras nos perdíamos entre miradas.
Aquel primer beso, ese corazón acelerando cada vez más, palpitando con fuerza cuanto más cerca te tenía. Aquel momento dónde parábamos el tiempo cuando tus labios y mis labios se rozaban.
Aquél momento dónde descubrí que mi madurez comenzaría justo en el mismo instante que te conocí. Aquel instante de aquella puerta supe que contigo sería feliz.
Añoranza. Recuerdos de aquellos días que sin saberlo no eran importantes y lo acabaron siendo. Añoranza, bonita añoranza, al recordar cómo comenzó todo y felicidad, tremenda felicidad, al ver que contigo mis sueños se hacen realidad.

miércoles, 2 de enero de 2013

8.760

8.760, esas son las horas que nos depara este nuevo año que acabamos de comenzar. Es decir, 365 días para aprender aún más lo que es la vida.
Por delante 8.760 horas para disfrutar contigo, para disfrutar de ti. Agarrarte de la mano y caminar juntos, para abrazarte y que sientas que siempre estaré ahí.
8.760 horas para seguir aprendiendo que la vida es un tren lleno de oportunidades, que viajamos en un sillón de este vagón con destino a la felicidad y con paradas en un sinfín de estaciones. Estaciones que hacen de tu viaje momentos buenos y momentos menos buenos.
Por eso, de cada estación quedémonos con lo mejor. Pensemos que en cada una de las estaciones habremos obtenido una experiencia para el resto del viaje.
Pensemos que en el viaje, en este largo trayecto, se suben a cada vagón de nuestro tren numerosas personas. Con unas aprendes, con otras te diviertes, con otras sueñas, con otras dialogas, con otras compartes. Algunas suben, otras se bajan y muy pocos permanecen contigo todo el trayecto.
Eso sí, hay algunos que le das billete en un vagón, el vagón de preferente esos son los amigos. Los que viajan contigo en el mismo tren, en el vagón más bonito de tu viaje con todos los gastos pagados y aunque sigan ahí y parezcan que no están, en algún momento del viaje abrirán las puertas que separan los vagones para ir a buscarte.
8.760 horas para sonreír, llenar la vida de optimismo, de ilusión, de alegría, de ver el vaso medio lleno siempre, de apoyar a quien lo necesita, de escuchar, de aprender, de ser solidarios, de querer, de amar, de disfrutar con los amigos, de arropar a tus seres queridos, de compartir tu vida, de ser mejores personas, de soñar…
8.760 horas por delante para que nuestros sueños se hagan realidad.
¡Por unas 8.760 horas llenas de sonrisas y positivismo! ¡Feliz 2013!