miércoles, 8 de agosto de 2012

Tu Zurda

Noche de Abril, mientras Sevilla bailaba entre sevillanas al sol de un albero que radiaba alegría tú estarías en Los Lebreros con tus auriculares puestos.
Fuera, en Luis de Morales, se mezclaban las palmas con los brindis por manzanilla y hasta las sevillanas venían con sus trajes de gitana desde el Real a la Bombonera.
Seguramente los nervios estarían a flor de piel esa tarde en el hotel, no veías la hora ni el momento de pisar el césped del estadio de tus sueños. No sabías si serías titular o saldrías desde el banquillo.
Desde el túnel de vestuarios, en torno a las 20:45 de la noche pudiste escuchar el mejor Himno del mundo cantado por cuarenta y cinco mil almas sevillistas que ya te llevaban en volandas. “Dicen que nunca se rinde…”
Y el partido se hizo eterno y la feria se quedaba vacía mientras, el que no estaba en el campo colocaba un televisor en alguna caseta porque Eindhoven estaba a la espera.
Minuto cien de partido, cien como nuestro centenario, cien como los mosqueteros que te dibujaron esa carita de Ángel, cien las veces que habrás tirado a portería en muchas tardes de verano en Nervión.
¿Recordamos ese minuto? Nervios a flor de piel, la tanda de penaltis volaba sobre el Pizjuán y nadie quería vivirla. Un joven de Los Palacios, llamado Jesús y conocido como Navas, enfiló su banda derecha, sí, la derecha, la contraria por donde tú estabas.
Centró y el balón se paseó por el borde del área como se pasean las guapas flamencas por el Real de la Feria. Conforme te llegaba el balón recuerdo como tu cuerpo se inclinaba hacia tu derecha y armabas tu pierna izquierda. Esperaste el bote exacto antes de tu pie para con toda tu alma encajar el balón en el fondo de las mallas.
Y fue Gol, se hizo el silencio un segundo en el Pizjuán y retumbó tu gol en toda Sevilla. Te viniste al córner que une la grada del Gol Norte con Preferencia y besaste tu mano y miraste al cielo buscando a tu abuelo.
Hoy te miramos a ti que estás en el tercer anillo y esto no es cuento, esto es una historia que tú hiciste realidad aquella noche de Abril.
Gracias, Antonio Puerta. Tu zurda siempre brillará en el Pizjuán porque está llena de diamantes.

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